miércoles, 12 de agosto de 2009

Mi mejor amiga

No sé qué tienen los amigos (¡pero los amigos de verdad!) que siempre saben cómo hacerte sentir mejor, que te hacen ver pequeños los problemas, que te dan mil soluciones cuando piensas que no hay ninguna y que, al final del día, siempre te sacan una sonrisa y te hacen pasar un buen rato.


Pues así me pasó hoy con mi mejor amiga. Ya llevamos seis años de amistad…la cual, debo decir, es mi relación más larga después de la que tengo con mis padres (obviamente). Hoy me sentía un poco triste y, gracias al servicio comunitario, tuve que pasar por su trabajo. La esperé y pasamos juntas como cuatro horas, simplemente hablando paja hasta más no poder. Le comenté sobre lo de las mil entrevistas que he tenido, lo de que me tengo que mudar pero no tengo con qué y, bueno, me dio su punto de vista bastante optimista. De repente, se me olvidó como habíamos terminado hablando del programa de Paris Hilton y equis cantidad de tonterías. Me reí mucho…la pasé súper bien y, bueno, me siento más optimista. Supongo que lo que me faltaba era un tiempo con mi mejor amiga…La quiero mucho pero mucho. Ojalá y algún día consiga una guayaba como ella jajajajajaja.

domingo, 9 de agosto de 2009

Mens sana in corpore sano

Realmente me siento muy confundida…la desilusión y el desempleo me están deprimiendo mucho. Estoy muy irritable, estoy estresada y confundida a más no poder.

El lunes, con un montón de cosas en la cabeza, me encontré con una ansiedad horrible. Lo único que quería hacer era correr, huir. Pues el cuerpo me pidió carrera, así que carrera le di. Me puse lo primero que encontré (por cierto, estaba asquerosa mi ropa, ¡¡uggg!!) y salí a correr. Corrí alrededor de 45 min. Mientras corría, pensaba en todo aquello que me molestaba…en tanta mierda que he tenido que soportar, y eso me dio demasiada fuerza. Corrí hasta que el sudor me caía a chorros, toda la piel del cuerpo se me enrojeció y ni mis pulmones, ni mis piernas daban para más. Para ser sincera, yo he odiado el deporte toda mi vida, cualquier tipo de deporte, cualquier cosa que incluya actividad física (menos el baile y el sexo, jejeje) pero el cuerpo lo que me pedía era salir corriendo. Corrí y al final sentía un alivio, no una cura, sino un alivio…algo momentáneo, pero ¡cómo me ayudó!

Ya llevo una semana en esto y, en verdad, lo recomiendo. No lo hago por obligación, por mejorar mi capacidad pulmonar, por vanidad, sino por mí...porque me siento bien. Después de cada carrera quedo tan cansada que ni ganas me dan de recordar lo que me molesta, jajajaja.

Supongo que en este momento sólo cabe citar la célebre frase (y ahora comprensible para mí) de Juvenal, la cual dice: “Mente sana en cuerpo sano”.

lunes, 3 de agosto de 2009

Your own personal Sigmund


El otro día en casa de un amigo, se me ocurrió comer otra vez un trocito de la torta de la risa. La primera y, hasta ese entonces, última vez que la comí el efecto fue demasiado intenso. Esta vez, pensé que iba a ser menor. Cuando, de repente, ¡en pleno Metro de Caracas a las 5 p.m. en Plaza Venezuela, me explota la nota! ¡Pero durísimo! A duras penas llegué a la casa fingiendo normalidad. Como a la hora, media hora, (no tengo idea de cuánto tiempo transcurrió) comenzó el psicoanálisis, mi sentido de percepción se agudizó por completo y todos mis problemas sin resolver, aquellos que me ponen la vida triste, salieron a flote. Comencé a llorar, pero a llorar con una intensidad tan grande que sentí que lo que salía de mis ojos eran ríos de lágrimas. Era una tristeza tan enorme…y supe qué era lo que me tenía o, mejor dicho, me tiene así.

Hasta ahora pensaba que la causa de mi ligera depresión era el que no conseguía un empleo, que las probabilidades de terminar trabajando en comunidades (que es lo que deseo con toda mi alma) a estas alturas parece tan difícil, que justo esa semana nos habían pedido desalojar la habitación y, bueno, tantas cosas por las cuales sentirse mal pero la causa era, es…que lo extraño. Lo extraño de una manera tan grande…hace mucho me prohibí hacer comentarios de él, borré las fotos, lo borré del Facebook, borré su número (¡y no, no lo recuerdo!), boté los regalos que me había hecho, borré las canciones, cuando supongo que en realidad debería borrarlo de mi mente pero ¿cómo?

Debo confesar que no me sentí nada bien al saber que él era la causa de tanta tristeza pero al menos sé cuál es el problema a resolver.

P. D: Dicen que consumir es malo (todo en exceso sí es malo)…pero para mí es una de las pocas cosas que me permite ver cúal es o cuáles son los problemas, me permite ver de afuera hacia adentro. En resumidas cuentas, esa tortica hace de mi Sigmund Freud particular.